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Cuando el Diablo se convirtió en su propio verdugo

Entre el 26 de junio y la clausura en Valencia, el alma de Fabio Quartararo fue perdiendo a su demonio: lo que durante 3 años había sido una relación de amor infernal había acabado volviendo al punto de partida

Cuatro títulos de Campeón de España, dos campeonatos del CEV (actual Mundial Junior de Moto3) y un título de rookie en su primer año de MotoGP. Fijaos, no hace falta mencionar que Fabio Quartararo es campeón del mundo de MotoGP para darse cuenta que ‘El Diablo’ ya es uno de los grandes pilotos de nuestra época. Con todo y con eso, el francés no se libró de ser la decepción de la temporada para muchos. Y aunque estas sean conclusiones inapropiadas, lo cierto es que en 2022 el francés perdió el control de ese ser maligno que tardó cuatro años en domesticar. Pónganse el casco, que entramos en materia.

Un camino teñido de rojo

Todo empezó en 2006, cuando a Fabio le regalaron un casco de Roberto Locatelli, el que fuese campeón del mundo de 125cc seis años antes. Esa ofrenda, ahora ya casi reliquia de uno de los grandes en los 2000s, dibujaba, en la nuca, una pequeña silueta de un diablo. Fue entonces cuando el pequeño Fabio, además de darle uso, empezó a ganar. Y lo convirtió en su nuevo amuleto.

El francés con su primera versión de 'Diablo' / @fabioquartararo20

Fabio Quartararo a lomos de su Honda del Leopard. GP de las Américas de Moto3 (2016) / @MotoGP

A partir de entonces, el demonio le acompañó en todas las siguientes temporadas, con la excepción de sus dos años en el CEV de Moto3 (2013 y 2014): el anuncio de Wolf -en sus años de boom como patrocinador deportivo- copaba la parte superior de su casco. Así pues, no fue hasta dar el salto a Moto3, de la mano del Estrella Galicia, cuando el campeón del mundo recuperó definitivamente el papel de ‘Diablo’, ya con el símbolo incrustado en el centro de su, por aquel entonces, Shoei.

Su salto a la burbuja de MotoGP se esperaba con ansias tras los dos títulos en el CEV, por aquellos tiempos la competición más valiosa del mundo entre los talentos emergentes. Aún así, su aterrizaje en el Mundial no fue para nada sencillo. ‘El Diablo’ lució a su tocayo tanto en el Estrella Galicia como en el Leopard Racing, pero no le ayudó lo suficiente para domar a la Honda, que solo le dio dos podios en las 31 carreras que disputó en la pequeña de las cilindradas.

Su ascenso a Moto2, quizás algo acelerado para las prestaciones ofrecidas en Moto3, también lo consolidó el 'maligno', quién lo acompañaría en sus dos temporadas en la categoría intermedia (Pons Racing y Speed Up). Lo cierto es que Fabio tampoco encontró su mejor versión en M2, cerrando su andadura con tan solo una victoria y dos podios, sin contar la DSQ del GP de Japón 2018, que ganó con la Speed Up, casualmente, ante 'Pecco' Bagnaia.

Inercia ¿innecesaria? hacia el maligno

Casi 500 sesiones de pista, repartidas en cuatro temporadas, sacando a pasear al demonio en el casco. Algo más de 60 carreras (entre Moto3 y Moto2) traducidas en un triunfo y cuatro podios para la perla francesa que centraba las miradas de todo el mundo desde 2013. Sabían a poco; las expectativas eran demasiado altas con el jovencísimo Fabio. Normal, supongo. Quizás el quid de la cuestión estaba en otro lado: ¿Y si era el mal el que no le hacía ningún bien?

Rebobinemos hasta 2013. Fabio Quartararo, menos endemoniado que nunca con Wolf, aterriza en el CEV para campeonar en su primer intento. 3 victorias y 4 podios ante rivales de la talla de Albert Arenas, María Herrera, Marcos Ramírez, Gabri Rodrigo, Andrea Migno o Jorge Navarro. Casi nada, eh.

Fabio celebrando uno de sus triunfos del CEV en Jerez (2013) / Motociclismo

Tras su magistral carta de presentación en el campeonato Junior más importante del panorama internacional, a Fabio, de tan solo catorce años, le sobran ofertas para dar el salto al Mundial, pero su edad no se lo permite, por lo que se ve obligado a ganar, de nuevo, el Junior en 2014. Sin duda, aquel fue un año especial para el ya dorsal #20 de la parrilla. Aunque ficha por el Estrella Galicia, no deja a Wolf como patrocinador, y el diablo se mantiene, por segundo año consecutivo, al margen de su ADN. Pues bien, Fabio paseó. Paseó de tal forma que nadie antes ni nadie después ha vuelto a conseguir tal hazaña en la categoría. 9 victorias y 2 segundos puestos en un total de 11 carreras, lo que significa conseguir el 96% de los puntos en disputa.

Ese doblete como Junior, esta vez sí, le abre las puertas del Mundial en invierno de 2014 (DORNA actualizó los límites de edad para facilitar su llegada). Había nacido una nueva estrella que parecía ser capaz de brillar nada más llegar a la élite del motociclismo mundial. Pero antes, había que resolver un asunto de vital importancia: ¿necesitaba Fabio recuperar a su diablo tras dos años de grandes éxitos sin él? Pues bien, para dar el salto a Moto3, Fabio renovó con el Estrella Galicia, lo que comportó grandes cambios en cuestiones de patrocinios, uno de ellos, el adiós de Wolf en la calota superior de su casco. Fue entonces cuando el francés decide volver a llamar al infierno, y no solo para llevar al maligno en la calota inferior (nuca), sino para expandirlo a la superior y redimensionar su proyecto. Diablo sí.

La decisión estaba tomada y no la volvió a cambiar en ninguno de sus cuatro primeros años en la burbuja de MotoGP, aunque, tal y como fueron sus experiencias en M3 y M2, empezara a sentir que esta vez llevaba al enemigo dentro. Fabio explotó en el CEV pero, para hacerlo, prescindió del amuleto que tanto le había dado entre 2006 y 2012. Y cuando quiso recuperarlo, este reaccionó enfurecido. Normal, se había pasado encerrado a cal y canto algo más de dos años. 

En resumidas cuentas, el diablo volvió a formar parte de Fabio en sus cuatro primeros años en el Mundial, pero el francés no volvió a ser el mismo. Suerte de Razlan Razali, que apareció para reconducirlo por los caminos del infierno.

Fabio Quartararo con la Speed Up. Primer triunfo en Moto2: GP de Catalunya (2018) / Motorbike Magazine

Saber arder en el olimpo

Aún de forma más inesperada que en 2016, Fabio vuelve a recibir una gran oferta tras dos años algo por debajo de las expectativas, esta vez de MotoGP. Es de Razlan Razali, máximo responsable del Petronas SRT Yamaha, que lo ficha -a él y a su amuleto, por supuesto- para acompañar a Franco Morbidelli en 2019 y 2020. La irrupción del galo entre los mejores pilotos del mundo puede sorprender al respetable, pero Fabio aterriza con una autoridad pasmosa sobre la Yamaha M1. Siete podios, un título de rookie y un Top5 en la general le bastaron al de Niza para volver a ser aquel de 2013 y 2014. Sus dos cursos siguientes lo confirmaron. Primero ese efímero y covitoso 2020 en el que Fabio consiguió tres triunfos. Y, tras este, la gran consagración del año pasado, donde el francés dio el salto al equipo oficial de Yamaha para llevar al diablo, por primera vez en la historia, del infierno a la más alta gloria del olimpo.

Fabio con su diablo dorado de campeón. GP de la Emilia Romagna de 2021 / @MotoGP

Este primer campeonato mundial de 2021 colocaba a Fabio como líder del flujo de talento joven que ha irrumpido en MotoGP en los últimos años. Y, de hecho, la primera mitad de temporada del pasado 2022 lo consagró aún más: tres victorias y tres segundos puestos en diez carreras, todas ellas acabadas en el Top10. ‘El Diablo’, ante la ausencia de Marc Márquez, empezaba a dominar con puño de hierro la nueva era. El francés ardía a su gusto sobre una Yamaha llena de carencias que él, en solitario, se encargaba de pulir. Y durante tres años y medio; primero como piloto del equipo satélite, y luego como líder de la marca. Pero si por algo siempre hay que tenerle mucho respeto al demonio es por su poder. Puedes ponerlo de tu lado, pero nunca conseguirás ser más poderoso que él si lo haces enfurecer. Y la marca de los diapasones, más perdida que nunca, hartó al maligno, que dejó tirado a Quartararo. Así, tras volver de las vacaciones de verano, sin avisar.

En otras palabras, Fabio volvió a dar grandes lecciones de talento, finura y velocidad, además de mostrar una gran capacidad para liderar un proyecto a la deriva, pero perdió tanto tiempo en domar a la M1, que acabó por separar su alma de ese diablo al que tanto tiempo le había costado acurrucar. Las dudas sobre su Yamaha acabaron por convertirse en dudas sobre él mismo. El maligno seguía en su casco pero su cabeza ya no lo controlaba; se había diluido por todo su cuerpo. Fabio se quedó solo, sin una montura competitiva y, además, sin amuleto. Y, esta vez, el demonio trató con el ejército de ‘Pecco’ Bagnaia para absorver, litro a litro, el carburante sanguíneo del francés.

Tras la primera mitad de este 2022, la ventaja de Fabio Quartararo sobre ‘Pecco’ en la tabla era sideral, la más grande que se ha recuperado hasta la fecha en MotoGP, de hecho. El italiano recortó 91 puntos de desventaja y acabó ampliando su renta hasta los 18 sobre la Yamaha de Fabio. El golpe es duro para el predecesor de Bagnaia en el trono, pero realmente la llave para volver a recuperarlo la tiene él. Ya ha demostrado ser un gran piloto aunque su montura no funcione, solo le hace falta recuperar a su confidente. 

El francés sabe que es veloz, muy veloz, que tiene una gran vuelta rápida y que le sobra talento para conducir cualquier máquina de MotoGP. Pero para seguir haciendo historia en el clímax de este deporte, debe volver a domar a ese demonio rojo que lleva(ba) dentro. Y cuanto antes, mejor. Porque, a fin de cuentas, no recuperarlo significaría seguir vendiéndolo a cualquiera de esas balas rojas que destruyen todo lo que encuentran en su horizonte.

@MotoGP

Cuatro años más tarde, Fabio está obligado a retar, de nuevo, al maligno, tal y como sucedió en 2019 tras aterrizar en MotoGP de la mano de Razlan Razali. Para hacerlo, tiene que volver al punto de partida, a ese que tantos años ha recurrido para replantearse qué es lo mejor para su carrera deportiva (y para su casco): ¿Diablo sí o Diablo no? La gente suele decir que el diablo sabe más por viejo que por diablo. Pero Fabio Quartararo, ahora, también es cuatro años mayor que la última vez que se vio en estas. ¿Un demonio podría vencer a otro? No sé si alguien tiene la respuesta, yo desde luego que no. Lo que sí sé es que un campeón del mundo sí puede hacerlo. Misma guerra (con el diablo), nueva lucha (con él mismo). Una vez más, en 2023, Diablo sí.